Empatía

La Real Academia de la Lengua Española define «empatía» como:
1. Sentimiento de identificación con algo o alguien .
2. Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos .
 
Hace un año aproximadamente, una noticia apareció en un prestigioso diario, La Nueva España, de mi Comunidad Autónoma de origen, el Principado de Asturias, en el Reino de España.
El título de la misma captó poderosamente mi atención, se llamaba «aprendiendo de mis dedos acribillados». Todos los que somos los suficientemente afortunados para tener acceso a un suministro médico constante de tiras reactivas sabemos bien lo que eso significa, pero curiosamente la autora de la nota no era una paciente con diabetes tipo I, sino una especialista en Pediatría de la HUCA, que, queriendo saber en primera persona por lo que pasábamos, se midió el azúcar en sangre durante una semana y realizó la dieta y ejercicio que prescribía a sus jóvenes pacientes (niños y adolescentes).
En primer lugar, quiero sacarme el sombrero ante esta mujer que se preocupa por sus pacientes como seres humanos y es capaz de tratar de entender su dolor. Es la actitud de un profesional de vocación comprometido con el otro.
La Dra. Isolina Riaño Galán mediante esta experiencia fue capaz de hacerse una pequeña idea, pero mucho más fidedigna y real que sus colegas y de eso no me cabe duda, de lo que los niños y adolescentes diagnosticados con diabetes tipo I tienen que vivir por el resto de sus días a partir de su diagnóstico o debut.

 

En estos tiempos que corren, la empatía de los profesionales de la salud hacia sus pacientes es cuanto menos limitada. La empatía en general, diría yo. La misma frenética realidad social que impulsa al frenetismo, consumo e histeria, nos envuelve en una fina y compacta capa de egoísmo que en muchas ocasiones nos impide ver más allá de nuestras propias narices, nos impide que ni siquiera consideremos al Otro.

La experiencia reflejada en la nota de este diario tiene como conclusión una bien clara: todos deberían tener acceso y se debería facilitar el acceso a todas las personas con Diabetes Tipo 1 a dispositivos tecnológicos que faciliten la titánica labor de control de su enfermedad. El qué ha probado un ápice de esta realidad, sabe bien de lo que estoy hablando.

Por supuesto, lo dicho comprende una generalización y son también muchos los profesionales empáticos y humanos con los que tengo el placer de tratarme, incluyendo mi endocrinólogo actual Dr. Jorge Fabian Tedesco, mi Oftalmóloga la Dra. Alejandra Olmedo y la nutricionista Martina Maroevich, representante de Medtronic, y además de eso, una gran mujer.

La confusión acerca de los tipos de diabetes no ayuda en este asunto.


Una y otra vez, la confusión entre tipo 1 y tipo 2 hace que las personas como nosotros, con una enfermedad autoinmune y sin función pancreática, seamos equiparados al paciente obeso que, a fuerza de malos hábitos está agotando su páncreas y  que con una pastilla y cambiando la dieta podría revertir la condición. Por hacer una comparación bien gráfica y visual.

Lo más llamativo de este asunto es la falta de información existente entre la misma comunidad médica. Experiencias personales: Profesionales que no saben cuál es el tratamiento de la enfermedad o comentarios tipo, y si estás controlada ¿cómo es posible que tengas una hipoglucemia? Entre otros.

Sí, ya sé. Sin comentarios.

Con este panorama en el ámbito médico, ¿qué podemos esperar de otras personas en lo laboral, personal y social? En lo personal, considero que la clave para evitar muchas frustraciones es mantener las expectativas limitadas: no van a entender de qué se trata la diabetes tipo I (mucho menos a la primera). No van a ver lo mal que te estás sintiendo (porque te ves estupendo, y además eres lindo). No van a saber lo que pesa tu mochila (porque es invisible).

Pero ¡OJO! Hay excepciones. Algunos lo harán. Y si no comprenden, tratarán de entender, pondrán de su lado. Por supuesto que sí. Como esta ejemplar profesional médica, y muchos más. Es acá donde reside nuestra importancia como blogueros y voceros de las personas con diabetes Tipo I: educamos. En lo que, por desgracia, somos maestros. Y la educación puede cambiar las cosas para muchos.


Como dijo Mandela, «la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo».

 

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